Me llamo Fidel, y un día de abril de 2002, cuando tenía 46 años, me despierto desorientado, mareado, todo me da vueltas no sé qué me está pasando ¿puede ser ansiedad? En poco tiempo ha fallecido mi madre, he perdido el trabajo en una fábrica de joyería donde trabajaba desde los 14 años, y yo pensaba que serían los nervios, que se me pasaría, pero no, no se me pasaba, cada día estaba peor, ahora tenía pitidos en el izquierdo y no se me pasaba en todo el día.
Empecé a ir a otorrinos a ver qué me pasaba y ningún médico me daba una solución definitiva, sino mucho tratamiento pero poco resultado, el médico de cabecera me mandó una resonancia magnética cerebral y me salió todo bien, pero yo seguía con mareos.
No fue hasta que un amigo me dijo que lo que me pasaba eran vértigos, y que él llevaba a su hija a un médico desde hacía años y que gracias a él su hija llevaba una vida normal. Me dijo que ese médico atendía en el hospital Casa de Salud de Valencia.
La primera visita fue muy tranquilizadora y esperanzadora, me hicieron una serie de pruebas, como por ejemplo una Exploración cócleo-vestibular, y para mi alivio (puesto que ya se arrojaba algo de luz lo que me pasaba) el diagnóstico fue Enfermedad de Ménière del oído izquierdo, y a partir de ese momento con el tratamiento y la amabilidad del doctor y la paciencia el amor de mi esposa fui poco a poco recuperándome.
Había veces en las que sufría crisis muy fuertes que me obligaban a permanecer acostado incluso varios días, pero poco a poco las crisis fueron disminuyendo en el tiempo. Cada vez me daba más tarde, y con el tiempo pude volver a trabajar, estudié para ser vigilante de seguridad y entré en una empresa del sector, había pasado un año desde que empezó la enfermedad. A veces tenía alguna crisis, unas veces fuertes y otras más suaves, pero a pesar de ello puede trabajar en muchos servicios. Me saqué la especialidad de Explosivos, la licencia de armas, trabajé en bancos, en furgones blindados etc., algo impensable cuando meses atrás casi no podía salir solo a la calle.
Pasó el tiempo y unos años más tarde volví a recaer y tenía las crisis más fuertes y cada menos tiempo, entonces el doctor me comentó que había un tratamiento que consistía en inyectarme un medicamento directamente en el oído. Lo hicimos y no dio resultado esa primera vez, pero al cabo de un tiempo volvió a ponerme otra inyección y desde entonces he tenido muy pocas crisis y todas muy suaves que no me han impedido hacer la vida normal. En abril del 2021 he cumplido los 65 años y me he jubilado.
Gracias a la paciencia de mi familia y a la gran profesionalidad del médico, he podido llegar hasta aquí, siempre le estaré agradecido por ayudarme a recuperarme de esta depresión en la que estaba cayendo al no al no saber lo que me pasaba y por esa sonrisa y amabilidad con la que durante estos años me trataba cuando lo visitaba en su consulta.
Como me dijo un día, siempre hay luz al final del túnel.