El síndrome de desorientación del Conductor (MDS, Motorist Disorientation Syndrome) es un término utilizado para describir a los pacientes que experimentan síntomas de mareos/desorientación mientras conducen un automóvil. Existe incertidumbre sobre si es consecuencia de la existencia de una lesión vestibular (del oído interno), puede ser inducido visualmente o es parte de un trastorno funcional similar al conocido como Mareo Postural Perceptivo Persistente.
Desde la década de 1980 se ha reconocido un grupo de pacientes que experimentaron principalmente síntomas de mareos/desorientación mientras conducían un automóvil: ilusiones al girar o desviarse hacia un lado, síntomas que se exacerban en ciertas situaciones como conducir en carreteras abiertas y sin rasgos distintivos, descender colinas o tomar curvas. Al principio se asoció con alteraciones del sistema vestibular, del oído interno, posteriormente se introdujo el concepto de vértigo visual (por desajuste entre entradas visuales y vestibulares del equilibrio) o a una mayor dependencia de la visión en algunos pacientes (dependencia visual); también se relacionó con la posibilidad de un vértigo postural fóbico, malestar por movimiento, mareos subjetivos crónicos o con el denominado mareo postural perceptivo persistente…, donde los síntomas se ven exacerbados por el movimiento y exposición a estímulos visuales en movimiento
Desde las descripciones iniciales, pocas investigaciones se han llevado a cabo con el fin de aclarar las causas, caracterizar mejor la clínica, presentación, hallazgos en la exploración, así como el impacto social que supone este grupo de pacientes que presentan mareos al conducir.
En los últimos años ha aumentado el Interés en estudiar como se realiza la integración de las señales complejas que controlan la orientación espacial, la estabilidad de la mirada y el equilibrio en respuesta a un entorno visual cambiante como por sucede en un coche en marcha. Este sistema debe ser integrado y modulado por el redes cognitivas superiores, ique incluyen la memoria y los centros emocionales. Cuando el entorno circundante se encuentra en movimiento dinámico, como en un automóvil en marcha, las señales deben procesarse a gran velocidad, velocidad que también depende de la velocidad del vehículo, con el fin de proporcionar información en tiempo real sobre la orientación espacial dentro del entorno. La complejidad de la información aumenta en relación con el estado de la carretera, tráfico… de forma que esta información debe incrementarse en carreteras con baches o irregulares en comparación con caminos lisos, o las características del escenario visual, carreteras arboladas o con las cimas abiertas y monótonas colinas.
Como señalabamos al principio, en un principio se pensó que se trataba de pacientes con lesión vestibular, del oído interno, que recibían señales de entrada inexactas o poco fiables que provocaban resultados de integración errónea en el cerebro, dando lugar a un deterioro en el sentido de orientación. Estos pacientes presentaban alteraciones de los otolitos, de los canales semicirculares o combinación de ambos, que daban lugar a sensaciones anormales de aceleración lateral o inclinación.
Tras diferentes estudios, se descartó la patología vestibular, del oído interno, como único mecanismo para el Síndrome de Desorientación del Conductor, de hecho el 40% de los pacientes no tenían evidencia de disfunción vestibular. Se comprobó que muchos de estos sujetos priorizan la información visual, la consideran como la entrada más fiable, de forma que sustituyen la mejor información, la más fiable (oído interno) para mantener el equilibrio y la orientación espacial, por otra, la visual, menos adecuada en entornos de movimiento y con mayor complejidad en las señales de entrada (dependencia visual). La información, el flujo óptico que percibe un conductor mientras se mueve en un automóvil, podría ser un desencadenante de mareos inducidos visualmente. Esto puede ser la base del Síndrome de Desorientación del Conductor.
Otra causa que favorece la aparición del Síndrome de Desorientación del Conductor es la presencia de migraña ya que los sujetos que la padecen tienen una mayor susceptibilidad al movimiento. El papel de la migraña puede ser multifactorial, ya que también confiere una mayor susceptibilidad al vértigo y la dependencia visual.
Los sujetos que padecen es síndrome son en general jóvenes y de mediana edad; algunos de ellos tras sufrir estas ilusiones, hicieron revisar sus coches pensando que se trataba de problemas mecánicos, que no encontraron, de forma que algunos de ellos disminuyeron, poco a poco, su actividad limitando la velocidad de conducción o las rutas utilizadas.
Para el tratamiento de este proceso se han utilizado diferentes tratamientos. La mayoría de los casos se tratan utilizando ejercicios de estabilización de la mirada y ejercicios de desensibilización visual: Se comienza utilizando entornos y ambientes simples, avanzando progresivamente situaciones cada vez más inestables y complejas con entornos ambiguos. También pueden utilizarse en el tratamiento algunos enfoques novedosos como son la vibración táctil y los entornos de Realidad Virtual.
No se debe abandonar nunca el tratamiento de posibles patologías asociadas, o de fondo, como son las enfermedades del oído interno, la Migraña Vestibular o el Mareo Postural Perceptivo Persistente.
Dr. Rafael Barona de Guzmán
Referencias:
N.G. Page and M.A. Gresty: Motorist’s vestibular disorientation syndrome, J Neurol Neurosurg Psychiatry 48 (1985), 729–735.
Carolyn Ainsworth y cols: Motorist disorientation syndrome; clinicalfeatures and vestibular findings. Journal of Vestibular Research 33 (2023) 339–348